A los cuatro y cinco años de edad llega la noticia: «Vas a ser palmero». Para algunos, la ilusión viene de antes de empezar a formar parte de la cofradía; y para otros el vínculo se va desarrollando con el tiempo. Sin embargo, una vez entran, se quedan hasta más de los 80 años. La razón, aunque pareciera extraña, resulta obvia para quienes cada año trasladan las palmas: ahí se crea una familia.
Pero para hablar de los palmeros, se tiene que empezar por su historia: ¿quién los motivó a unirse? ¿cómo funciona su labor? A través de esta galería fotográfica contamos sus inicios y proyección hasta ahora.
Una esperanza después de la enfermedad
Era 1776, temporada de Semana Santa, y en Caracas había una grave epidemia de fiebre amarilla. Según historiadores, la enfermedad ocasionó la muerte de la mitad de la población.
Entonces, el párroco de la ciudad, José Antonio Mohedano, pidió a Dios clemencia para los sobrevivientes. Además prometió que antes de cada Semana Santa, un grupo de hombres buscarían palmas reales en El Ávila con el fin de evocar el pasaje bíblico de la entrada de Jesús a Jerusalén.
Para sorpresa de todos, la peste pasó y esa promesa del párroco se convirtió en una tradición.
Año tras año, quienes hicieron la misma promesa suben a la montaña con días de antelación para preparar buscar, trasladar y preparar las palmas de la semana mayor.
El sector donde las buscan se conoce como la «Cueva de los Palmeros», y se ubica subiendo Sabas Nieves.
El grupo de palmeros duerme en El Ávila y bajan los sábados por la mañana cargando las palmas.
Las espigas se llevan a la iglesia de la plaza Bolívar del municipio Chacao con el fin de que el padre las bendiga en la misa del Domingo de Ramos y las entregue a feligreses. Este año la cofradía se hará el sábado 1 de abril.