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La pandemia hizo que la igualdad de género retrocediera diez años en América Latina, una región donde la violencia machista está en aumento y no solo porque se haya hecho visible y se denuncie más, advierte Carmen Correa, directora ejecutiva de la organización Pro Mujer, en una entrevista con EFE.
Pro Mujer, cuya sede central está en Nueva York aunque su área de trabajo sea América Latina, lleva 32 años brindando servicios financieros, de capacitación y de salud a mujeres latinoamericanas, y ahora se ocupa también de problemas específicos como la violencia de género o de cómo impacta la crisis climática a la mujer.
“Vemos con gran preocupación el tema de violencia de género, cómo viene escalando a nivel de América Latina”, dice Correa.
Pro Mujer se centra en lograr que, mediante atención psicológica y asesoría legal, las víctimas puedan salir de un contexto de violencia en el que generalmente “conviven con su agresor”, dice la uruguaya Correa, que se encuentra en Miami para participar en la Cumbre Concordia Américas 2023.
Correa defiende la necesidad de un enfoque holístico en la atención de los temas de la mujer.
“No podemos ver a la mujer desde un solo ángulo, desde una sola área. No podemos solo darle a la mujer acceso a lo que es el financiamiento o solo acceso a lo que es la capacitación (…) hay que entender cuáles son las verdaderas necesidades, identificar las diferencias y diseñar programas a medida”, dice.
En la Cumbre Concordia, que se clausura hoy en la Universidad de Miami, Correa ha participado en paneles de crisis climática e inclusión digital referidos a la mujer.
CRISIS CLIMÁTICA, ¿UN PROBLEMA FEMENINO?
Cuando se le pregunta si un problema de ámbito general como el de la crisis climática se debe abordar desde un punto de vista de género responde afirmativamente sin dudar.
“Por lo general, en estos contextos la mujer es la que se ve más impactada y quedó muy en evidencia durante la pandemia”, subraya haciendo mención a las mujeres en servicios esenciales y a las que se hicieron cargo del cuidado de niños y adultos mayores, incluso renunciando a su trabajo, cuando no funcionaban las guarderías y los centros de la tercera edad.
La crisis climática también impacta más a las mujeres sobre todo en las economías en desarrollo y en el mundo rural, donde están a cargo de tareas agrícolas y ganaderas además de las domésticas.
“A nivel de la agricultura, la mujer está recargada porque es la que tiene que asegurar que llega el plato de comida, que llega también de alguna manera a desarrollarse esa actividad agrícola en el entorno de su pequeño contexto agropecuario”, señala.
Pro Mujer tiene oficinas en México, Guatemala, Nicaragua, Argentina y Bolivia, pero llega a mujeres de una veintena de países latinoamericanos mediante alianzas con organizaciones locales o plataformas. Su fuerte son las microfinanzas.
En los 32 años transcurridos desde su fundación, que tuvo lugar en El Alto, en Bolivia, el país donde es más activa aún hoy, la organización ha desembolsado más de 4.400 millones de dólares en América Latina, dice Correa.
“Otorgamos créditos en el entorno de los 260 millones de dólares por año a nivel de la región”, precisa.
Sin embargo, “tan importante como lo es la inclusión financiera son también los apoyos y los servicios que prestamos para poder darle a la mujer acceso a la educación que necesita para hacer un mejor uso del recurso financiero”.
FINANCIACIÓN, EDUCACIÓN Y SALUD
Según Correa, darle capacitación para hacer un mejor uso de la tecnología es igualmente importante para desarrollar su negocio o entrar en el mercado laboral, pero todo eso no vale de nada si la mujer no tiene acceso a la atención de salud.
El promedio de edad de las mujeres que piden financiamiento a Pro Mujer es de 40 a 45 años y la gran mayoría se encuadra en el sector de servicios y en el comercio.
“Pero empezamos a ver que algunas mujeres, las generaciones más jóvenes, se adentran en temas más digitales y algunas en terrenos tradicionalmente masculinos. Tenemos mujeres que son mecánicas, que tienen talleres mecánicos y mujeres que tienen ferreterías”.
“Son las menos, pero las hay y muchas veces son las que también buscamos mostrar como gran ejemplo, porque justamente están ocupando lugares que por lo general están asociados con el hombre”.
Pro Mujer tiene la expectativa de continuar “expandiendo la huella geográfica”, sobre todo en Centroamérica.
“Este año vamos a empezar a desarrollar distintos programas en El Salvador y en Honduras”, subraya Correa, quien anuncia también programas específicos para mujeres que migran de región o país dentro de América Latina.
EFE